La idea de “centro histórico” ha sido objeto de numerosas aproximaciones y conceptualizaciones desde diversos campos disciplinares. Encuentra una primera asociación con una impronta “histórico -fundacional”, y se impregna de una carga simbólica e identitaria, que extiende su representatividad a la ciudad en su conjunto, y cuya significación cultural se evidencia en la permanencia de hechos urbanos y arquitectónicos de valor patrimonial.
La plaza es el núcleo originario del centro histórico americano, es el hecho significativo que estructura su impronta física y su trama, incluso en aquellos casos en los cuales, la presencia de la muralla condiciona su evolución. Estas áreas que “confieren identidad a los habitantes de las ciudades americanas y a la vez, las caracterizan y testimonian” (GUTIERREZ, 1990) son objeto de varias aproximaciones que reafirman su particular consideración y valor y sobre todo, sus específicas problemáticas y requerimientos de intervención (WAISMAN, 1972; GUTIÉRREZ, 1990; HARDOY-GUTMAN, 1992)
La ampliación de la idea de patrimonio hacia la consideración del entorno o conjunto urbano que se inaugura con la Carta de Venecia (1964), lo hace, para el caso americano, con las Normas de Quito (1967) y el posterior Coloquio sobre la preservación de los centros históricos ante el crecimiento de las ciudades contemporáneas (Quito, 1977) define a los centros históricos como “todos aquellos asentamientos humanos vivos, fuertemente condicionados por una estructura física proveniente del pasado, reconocibles como representativos de la evolución de un pueblo. (...) Los Centros Históricos no sólo son patrimonio cultural de la humanidad sino que pertenecen en forma particular a todos aquellos sectores sociales que los habitan”, anticipando una de las problemáticas nodales que se evidencian a partir de los años ochenta y noventa: el particular conflicto entre operaciones de “renovación” urbana y el uso residencial del centro histórico.
La consideración de tres casos: Buenos Aires, Lima, Valparaiso.
La consideración de tres casos: Buenos Aires, Lima, Valparaiso.
Abordar las estrategias de intervención en el caso de los centros históricos latinoamericanos, significa reconocer procesos de formación y evolución urbana diferenciados, evidenciados desde las instancias fundacionales o las preexistencias arquitectónicas y urbanas que condicionan su propia historia urbana, a las diferentes acciones de sustitución, expansión o ensanche que materializaron sus procesos de modernización.
Fuente: Articulo de UPC "Vivienda y Espacios Publicos en Centros Historicos de America Latina" de Paola Bagnera (Universidad Nacional del Litoral)
Fuente: Articulo de UPC "Vivienda y Espacios Publicos en Centros Historicos de America Latina" de Paola Bagnera (Universidad Nacional del Litoral)