jueves, 6 de octubre de 2011

VIVIENDA Y ESPACIO PÚBLICO EN CENTROS HISTÓRICOS DE AMÉRICA LATINA

La idea de “centro histórico” ha sido objeto de numerosas aproximaciones y conceptualizaciones desde diversos campos disciplinares. Encuentra una primera asociación con una impronta “histórico -fundacional”, y se impregna de una carga simbólica e identitaria, que extiende su representatividad a la ciudad en su conjunto, y cuya significación cultural se evidencia en la permanencia de hechos urbanos y arquitectónicos de valor patrimonial.

La plaza es el núcleo originario del centro histórico americano, es el hecho significativo que estructura su impronta física y su trama, incluso en aquellos casos en los cuales, la presencia de la muralla condiciona su evolución. Estas áreas que “confieren identidad a los habitantes de las ciudades americanas y a la vez, las caracterizan y testimonian” (GUTIERREZ, 1990) son objeto de varias aproximaciones que reafirman su particular consideración y valor y sobre todo, sus específicas problemáticas y requerimientos de intervención (WAISMAN, 1972; GUTIÉRREZ, 1990; HARDOY-GUTMAN, 1992)


La ampliación de la idea de patrimonio hacia la consideración del entorno o conjunto urbano que se inaugura con la Carta de Venecia (1964), lo hace, para el caso americano, con las Normas de Quito (1967) y el posterior Coloquio sobre la preservación de los centros históricos ante el crecimiento de las ciudades contemporáneas (Quito, 1977) define a los centros históricos como “todos aquellos asentamientos humanos vivos, fuertemente condicionados por una estructura física proveniente del pasado, reconocibles como representativos de la evolución de un pueblo. (...) Los Centros Históricos no sólo son patrimonio cultural de la humanidad sino que pertenecen en forma particular a todos aquellos sectores sociales que los habitan”, anticipando una de las problemáticas nodales que se evidencian a partir de los años ochenta y noventa: el particular conflicto entre operaciones de “renovación” urbana y el uso residencial del centro histórico.

La consideración de tres casos: Buenos Aires, Lima, Valparaiso.

Abordar las estrategias de intervención en el caso de los centros históricos latinoamericanos, significa reconocer procesos de formación y evolución urbana diferenciados, evidenciados desde las instancias fundacionales o las preexistencias arquitectónicas y urbanas que condicionan su propia historia urbana, a las diferentes acciones de sustitución, expansión o ensanche que materializaron sus procesos de modernización.

Fuente: Articulo de UPC "Vivienda y Espacios Publicos en Centros Historicos de America Latina" de Paola Bagnera (Universidad Nacional del Litoral)






RENOVACION EN CENTROS HISTORICOS LATINOAMERICANOS

La idea de “centro histórico” ha sido objeto de numerosas aproximaciones y conceptualizaciones desde diversos campos disciplinares. Encuentra una primera asociación con una impronta “histórico -fundacional”, y se impregna de una carga simbólica e identitaria, que extiende su representatividad a la ciudad en su conjunto, y cuya significación cultural se evidencia en la permanencia de hechos urbanos y arquitectónicos de valor patrimonial. La condición de centralidad, por otra parte, se hace presente en muchos de estos centros históricos -como indicador de concentración de servicios y equipamientos diversos, de elevado valor del suelo y de densidad poblacional y constructiva-, y evidencia un particular rol en la dinámica urbana contemporánea.





La complejidad del hecho urbano, es definida por esta doble consideración, con un predominio de ciertas características sobre otras, que difieren tanto por las particularidades históricas y las estrategias de intervención planteadas en estas áreas, como por el grado de vitalidad del centro, y por lo tanto, por el nivel de disputa que sobre dicho espacio generan los actores involucrados en la producción de ciudad.


La pertenencia inicial del concepto a la cultura europea, lo asocia a ese núcleo inicial de la urbanización, de origen preindustrial, limitado físicamente por murallas que lo separan de la expansión moderna de la ciudad, materializada “extramuros”. En cambio, en la ciudad americana, se reconoce una no tan precisa delimitación entre el centro histórico y la totalidad de la estructura urbana, lo que muchas veces deriva en una necesidad de “abstracción” de la realidad para poder delimitar en términos físicos el área histórica. La particularidad expansiva y homogeneizadora de la cuadrícula americana condiciona esta definición, contrariamente a lo ocurrido en el caso europeo, en el cual, la impronta de la muralla es la que de algún modo “protege” su presencia física y su permanencia en la estructura urbana, así como “diferencia” en algunos casos el trazado primigenio de crecimientos o ensanches posteriores.
Fuente: Articulo de UPC "Vivienda y Espacios Publicos en Centros Historicos de America Latina" de Paola Bagnera (Universidad Nacional del Litoral)